Es un motivo de preocupación muy frecuente en los padres, muchas veces lo relacionan con la alergia, otras con enfermedades y otras resulta imposible reconocer su causa. En general no esconde patologías importantes, pero los niños deben ser valorados con atención para dar un diagnóstico correcto.
DERMATITIS ATÓPICA
Es la enfermedad crónica de la piel más frecuente en la infancia afectando hasta el 20% de los niños. En ocasiones no se le da la importancia que merece a pesar de la enorme preocupación que genera en los padres. Afecta muchísimo en su calidad de vida y en el sueño nocturno.
La dermatitis atópica cumple con unos criterios diagnósticos concretos y debe ser valorada en consulta dado que hay otras patologías de la piel con las que puede confundirse: dermatitis (seborreicas, irritativas, alérgicas…), infecciones (sarna, impétigo, hongos, herpes…), psoriasis o incluso enfermedades más graves (inmunodeficiencias, metabolopatías…).
Es frecuente la sobreinfección de las lesiones por herpes, bacterias o molluscum y se debe dar el tratamiento correcto de forma precoz.
Resulta muy difícil establecer una relación directa entre la alergia y la dermatitis atópica porque el 50% de los niños están sensibilizados. Si hay sospecha, se debe estudiar bien cada caso y evitar «colgar etiquetas innecesarias» que llevan a retirar alimentos fundamentales para el niño.
El tratamiento puede llegar a ser muy complejo porque los mecanismos implicados en esta dermatitis también lo son. El pilar fundamental es la hidratación, pero debemos conocer otras opciones que pueden mejorar mucho la evolución.
URTICARIA
Enfermedad de la piel aguda muy frecuente que afectará hasta el 25% de la población en algún momento de su vida. Habitualmente es aguda y se resuelve espontáneamente o con un tratamiento sencillo, pero otras veces persiste más de 6 semanas y necesita una valoración detallada.
La lesiones son fáciles de identificar porque siempre aparecen habones.
Clásicamente la relacionan con reacciones alérgicas, pero no es la causa más habitual. Urticarias idiopáticas, postinfecciosas, o por dermografismo son más frecuentes. Quizá lo verdaderamente importante en este punto es saber diferenciar si se inicia por una reacción alérgica (que puede evolucionar a anafilaxia grave) o si persiste en el tiempo sin causa justificada (para iniciar un estudio completo y descartar otras enfermedades crónicas).
URTICARIA
PICADURAS de INSECTOS
Son molestas en todos los casos y asocian una reacción local exagerada muchas veces. Las picaduras de mosquito se reconocen fácilmente (es la misma lesión que el habón de la urticaria, pero única y con el punto central de la picadura). Normalmente no se acompañan de otros síntomas preocupantes y no constituyen una alergia verdadera (las pruebas, si se realizan, son negativas). Sí se debe prestar atención a las picaduras de abeja, siempre si hay otros síntomas, pero también en reacciones locales grandes, especialmente en niños expuestos. Podría ser necesario el estudio y en casos muy seleccionados incluso la inmunoterapia (vacunas de alergia).
Resulta en ocasiones muy complicado diferenciar la reacción local de las picaduras de una verdadera sobreinfección, que es una complicación muy frecuente en pediatría.
Las manos sucias y el rascado continuo son los principales responsables, pero, según la historia, se deben realizar otras pruebas para estudiar el por qué de esta tendencia a la sobreinfección de las picaduras.
Las picaduras de algunos insectos pueden inocular veneno y producir síntomas generales como fiebre, dolor muscular , naúseas y vómitos. Otros insectos pueden ser también vectores de enfermedades como la fiebre amarilla o malaria que se pueden prevenir con vacunas o tratamientos preventivos del viajero , pero otras no prevenibles como la enfermedad de Lyme por garrapata.
EXANTEMA POR MEDICAMENTOS
Esta patología, sin embargo, no es frecuente en la pediatría diaria. Muy ocasionalmente vemos una alergia medicamentosa verdadera, a pesar de ser tan conocida la «alergia a la amoxicilina». La mayoría de las reacciones se deben al mismo proceso infeccioso y, según la presentación, solicitamos un tipo de pruebas u otras, o incluso ninguna si la historia clínica está clara. Es importantísimo siempre en estos casos aclarar el proceso y elaborar un informe con resultados. Para esto la mayoría de las veces se llega a provocar el fármaco implicado o uno alternativo que se pueda prescribir con seguridad en el futuro.
Es de mucha utilidad realizar fotos en ese momento, anotar el tratamiento exacto, la dosis, los días y la causa por la que se indicó.
Todos estos datos nos ayudan a entender el tipo de reacción y saber si hacen falta estudios de alergia, si podemos provocar el medicamento y en qué condiciones, si debemos esperar un tiempo o qué otros fármacos se deberían prohibir en ese paciente.